¡Hola a tod@s!
Quiero compartir con todos vosotros la jornada que viví el viernes pasado en Dianra Village.
Llegué
al pueblo el miércoles por la noche y mientras iba paseando con
Etienne, el hijo de Maxime. Él me dijo en senanri que el viernes iban a
comer carne en el campo porque iba a venir un gran grupo a cosechar el
algodón en el campo de su padre.
Yo interpreté ese comentario como un llamada del
Buen Dios que me hacía a abandonar el trabajo "de despacho" y de pasarme
el día al aire libre para "compartir aunque sólo fuera por un día el
día a día de mi gente".
Así que el jueves le dije a Maxime que iría al campo
el viernes para echar una mano. Él se mostró sorprendido porque no
sabía cómo yo me había enterado de su programa.
Así
fue, el jueves, después de la oración matinal y del desayuno. Él vino
en moto y nos fuimos a su campo que está a unos cuatro kilómetros de
Dianra Village. Como las lluvias habían cesado, ya casi no había agua en
los dos riachuelos que había que atravesar.
Un gran árbol se había caído y han tenido que abrir un nuevo sendero para poder llegar al campo.
Yo
llegué hacia las ocho de la mañana y todo el mundo ya estaba en plena
faena. Una gran marmita estaba al fuego para poner el arroz y dos mamás
se encargaban de la cocina.
Ya en el campo la gente se sorprendió mucho de
verme. Pensaban que venía para saludarles y que luego me iba a ir. Pero
se quedaron boquiabiertos cuando empecé a cosechar con ellos. Hubo
algunos que me preguntaron si había algodón en España.
Y así me di cuenta de la metodología de trabajo. S edividen en grupos por edades: los niños (porque los maestros estaban de huelga desde hacía una semana y no había escuela), las chicas jóvenes, los chicos jóvenes, las jóvenes mamás y las mamás ya mayores. Un hombre se encargaba de arreglar el algodón que todo el mundo iba trayendo y el proprietario del terreno iba circulando por todos lados animándoles a trabajar y ayudándoles.
Yo hice más o menos lo mismo. Me ponía con uno de esos grupos y les daba una mano.
En realidad, cada uno se encargaba de una hilera y cuando terminaban ayudaban al que se quedaba más rezagado.
Una chica se encargaba de llevar el agua de un lado a otro para que todo el mundo estuviera bien servido.
A
las doce y media paramos para comer. Y, efectivamente, comimos carne,
como había predicho Etienne. No es lo normal cuando van al campo. Sólo
hacen la comida así cuando es "el gran día" de cosechar.
A la una ya todos estaban de pie al tajo. Yo me tomé un respiro hasta las dos y luego me uní a ellos.
Hacia las cuatro habíamos terminado. Todos estaban contentos aunque cansados.
Yo cuando me cansaba me dedicaba a hacer fotos, y aquí os dejo una muestra de mi reportaje gráfico.
Dice un proverbio chino que "antes de juzgarme camina cuatro días con mis zapatos".
Bueno, yo lo hice un día y os aseguro que al día siguiente tenía unas agujetas de impresión.
Pero
fue bonito compartir el día con mi gente. Además, por la noche, a las
nueve y media tuvimos la eucaristía de jóvenes y luego una reunión.
Total que me acosté hacia las once y media.
Cansado.
Contento.
Le di gracias a Dios y al día siguiente, a las seis de la mañana, ya estaba en pie para celebrar la eucaristía.
Es preciosa la misión por estos lares. Me quedé sorprendido que la
mitad del pueblo ya sabía la misma tarde que me había ido al campo para
cosechar el algodón. Y todos se partían de risa cuando les mostraba el
sitio donde tenía agujetas.
Ahora estoy inmerso en la formación de nuevos animadores de CEBs de la parroquia de Marandallah.
Todo sea por el Reinado del Buen Dios.
Bsks y abrazos a discreción
Koroná