domingo, 16 de enero de 2011

10 años en Africa

Mbote, bandeko.

Hoy hace diez años.
Sí, el 16 de enero de 2001 llegué a este continente. En España, gobernaba Aznar, estaba en circulación la peseta y, en Estados Unidos, las Torres Gemelas eran un símbolo visual del imperio capitalista.

Ya han pasado diez años, siete y medio los pasé en Dianra, en Costa de Marfil y ahora llevo dos y medio en Kinshasa, en la República Democrática del Congo.
Algunas experiencias me han marcado de una forma particular: Dianra supuso hacer realidad el sueño de mi vida: el lugar, las relaciones y la amistad, la pluralidad religiosa, las tradiciones culturales de los Senufó, sentirme protagonista de un proyecto pastoral (aunque compartí el honor con el Dios Abbá), redescubrir la vida de Jesús de Nazaret a través la educación, la salud, la mujer y el campo, vivir una rica vida comunitaria intercultural con hermanos de Italia, Kenia, Colombia, Argentina, Mozambique y Congo.

La realización de mi sueño también conllevó otros aprendizajes más crucificados: la guerra, el aislamiento, los bebés muertos, las incomprensiones culturales y pastorales, el sufrimiento de las mayorías y la injusticia (que llegué a tolerar).

Me resulta más difícil sintetizar Kinshasa porque es lo que estoy viviendo en la actualidad. Kinshasa implica plasmar con mi compromiso que hago parte de una familia, la Consolata, con todos los claroscuros que toda familia tiene.

Es la consecuencia de ser parte de una institución. Es la otra cara de la moneda. Es privilegiar otros parámetros que también hacen parte de mí: el acompañamiento, el discernimiento, la presencia, el trabajo como contribución económica (no tanto como realización personal), la soledad del acompañante, la riqueza de formar parte de un equipo formativo intercultural, la gestión del dinero y la transparencia, la presencia entre los excluidos circunscrita a un espacio y un tiempo (no como algo vital).

Este contexto también me ha desvelado de forma más clara ciertas taras que me acompañan desde siempre: una cierta inseguridad, falta de riesgo para abrir nuevos caminos y de liderazgo para guiar un grupo.

Diez años después, le doy gracias al Abbá por dejarme seducir por Jesús, el Galileo, el que después fue llamado Cristo, y por hacer que esté atento a los impulsos de la Ruah Santa.
Ya veis no es moco de pavo y ahí sigo, cabezota, creyendo en lo que me mueve y viviendo lo que creo (aunque con ambigüedades, como siempre), humanidad y divinidad entremezcladas, indisolubles.
También os comparto algo de esta última semana. El ambiente en Kinshasa se está deteriorando progresivamente. La mayoría gobernante ha sacado adelante la reforma para que las próximas elecciones sean a una vuelta y no a dos como establecía la Constitutción. La razón esgrimida ha sido presupuestaria (gran falacia, con todo lo que se llevan por la cara la mayoría de la élite gobernante) y el ejemplo marfileño (y antes, keniamo y de Zimbabwe). Otra gran falacia porque el único problema marfileño ha sido que el que ha perdido no ha reconocido su derrota. El problema no es uno o dos turnos.
Este cambio se ha hecho muy rápido y sin dejar tiempo a abrir un debate que pudiera "crear opinión", así que me temo que las elecciones ya están viciadas (y quedan todavía diez meses hasta que se lleven a cabo).

El segundo hecho que ha enrarecido el ambiente es que en menos de dos semanas, han aparecido dos universitarios muertos en el campus (donde se vive en régimen de internado). Esto ha hecho explotar la cólera de sus compañeros por la falta de seguridad y ha habido varios muertos en los enfrentamientos con la policía)

Estos dos hecho están enrareciendo mucho el ambiente por aquí y creo que de aquí a noviembre est se va a caldear de lo lindo (me gustaría equivocarme en mi profecía).
Bueno, bandeko, mucho ánimo en esta cuesta de enero, ya veis que cada uno tiene la suya, Túnez, Costa de Marfil, Argelia, Brasil, Congo... Que la fuerza nos acompañe.

Ramón

--
Fraternellement, Ramón

domingo, 9 de enero de 2011

Feliz Año

Mbote, bandeko.

Agradezco los comentarios de los que me siguen en este blog. Me da ánimos para seguir compartiendo con vosotr@s mis preocupaciones e inquietudes.
En Kinshasa, estamos inmersos en el proceso a cinco militares por el asesinato del defensor de los derechos humanos, Floribert Chebeya y su chófer. Tuvo lugar en junio del año pasado y fue una emboscada de la policía. A ver si consiguen llegar hasta el final y depurar responsabilidades.
La semana también ha sido movida por el globo-sonda que ha lanzado el portavoz del gobierno diciendo que están pensando en hacer las elecciones en una vuelta (y no en dos, como afirma la Constitución). El gobierno está viendo lo que pasa en Costa de Marfil, donde si hubiera habido una vuelta, Gbagbo habría ganado sin problemas. pero como hubo dos, la oposición se unió y ahí están todos bloqueados: uno que no quiere irse y el otro que se muere de ganas por llegar. Pero más bombazo fue que al día siguiente en cardenal Monsengwo, arzobispo de Kinshasa y hombre de mucho peso político en el país, hizo unas declaraciones afirmando que no sería muy representativo llegar al poder con sólo el 20% de los votos de la población.
La respuesta de Monsengwo hizo que el portavoz del gobierno respondiese diciendo que el arzobispo se había precipitado y que no tenía que haber mostrado sus preferencias. A ver lo que pasa, porque se prevén elecciones en noviembre de este año.
Desde luego, me sigue doliendo la situación de Costa de Marfil porque es la población más sencilla la que sufre más. El bloqueo de dinero no pondrá en aprietos al presidente sino a la población. El hecho de que los intermediarios del cacao hayan empezado a pagar a Ouattara en vez de a Gbagbo es un cambio significativo porque es una de las entradas más importantes del país. No sé si el estrangulamiento económico podrá con Gbagbo cunado no pueda pagar a los funcionarios y al ejército. Pero ciertamente, los próximos años no serán socialmente sencillos en un país donde las milicias de Gbagbo no se van a cruzar de brazos y donde Ouattara tendrá que pagar un precio económico a todos los apoyos que está recibiendo del exterior.
Me parece curioso que el único presidente de África del oeste que se ha desmarcado del resto ha sido John Atta-Mills, el presidente de Ghana, que precisamente hacía parte de la oposición y llegó al poder tras unas elecciones serenas y pacíficas donde hubo alternancia del poder el año pasado. Digo que me parece curioso porque, en teoría su trayectoria se asemeja a la de Ouattara pero mantiene una neutralidad que está levantando chispas en el seno de la CEDEAO.
Por lo demás, yo sigo yendo a la Fundación. El otro día encontré un nuevo bebé de tres días. Sus padres lo habían abandonado. Ya son once niñ@s de menos de dos años que están en la Fundación. Por otro lado, el padre de una niña que tenía un problema en una pierna llegó el otro día y se la llevó. La niña tenía ya unos once años. No sé, me parece muy fuerte, abandonas a tu hija, la Fundación la cuida, la lleva a la escuela... y cuando al padre le apetece viene y se la lleva de nuevo.
Bueno, esto es lo que hay.
Ah, se me olvidaba deciros que del 28 de diciembre al 1 de enero estuve en Lonzo, a unos 240 km de Kinshasa hacia el este. Un sitio precioso, una carretera recién construida por los chinos con algunos tramos no muy bien hechos pero que fue una gozada porque lo hice en unas tres horas. El paisaje era precioso, con unas explanadas verdes bellísimas y unos valles creados por unos ríos preciosos.
Esta carretera la construyeron en dos tramos: una la hicieron los chinos y otra los franceses. En total son unos 500 km y forma parte del contrato que firmó el gobierno con los chinos: explotación de minerales a cambio de carreteras, escuelas y hospitales. Pero, ¿quién nos muestra que "el trueque" es justo? No sé, a mí me recuerda a los colonos que a principios del siglo pasado traían cuentas de vidrio y con eso pagaban las tierras donde explotaban el caucho.
Me he leído en menos de una semana el último libro de Vargas Llosa (gracias a mi hermano que me lo envió). Las primeras 150 páginas hablan del Congo a través la vida de Roger Casement, el primer cónsul de Inglaterra en estas tierras. El libro me gustó mucho y se lo recomiendo a todo el que quiera descubrir la vida de un hombre que luchó por la justicia y los derechos humanos y murió condenado a la pena de muerte. Una frase se me ha quedado grabada de este libro: "un hombre es muchos hombres"

Un abrazo.
Ramón