martes, 28 de octubre de 2008

Primeros contactos con la realidad de Kin

Mbote, bandeko!

El otro día estuve hablando con dos jóvenes. Uno está estudiando 4º de la E.S.O. y el otro ha aprobado la selectividad. Estuvieron compartiendo conmigo sus dificultades para salir adelante. El que ha aprobado la selectividad no podía continuar sus estudios en la universidad porque sus padres no tenían el suficiente dinero así que no le ha quedado otro remedio que ir a la construcción y encontrar trabajo como peón. El problema es que actualmente, el saco de cemento en Kin cuesta unos 40 $ (supongo que en nuestras misiones del Norte costará entre 80 o 100 $). Para que os hagáis una idea, en Costa de Marfil, costaba unos 10 $. En Kin, una persona que tiene un empleo fijo puede ganar entre 50 y 100 $ al mes, pero la mayoría malvive como este chaval con el que estuve hablando. Me estuvieron comentando que para ellos la única salida que ven es ir a otro país.

Por ejemplo, el otro día fui a visitar a un padre de familia que estaba enfermo y me estuvo comentando que tiene dos hijos en Francia y que gracias a eso ellos pueden vivir aquí. Él había trabajado en el palacio Presidencial de Mobutu, así que éste le había dado lo necesario para que sus hijos pudieran ir a Europa. Tiene un tercer hijo que ha estado en Burkina Faso y actualmente está en Senegal. Su objetivo es llegar a Europa para poder ganar algo de dinero.

Toda esta situación me hace preguntarme cómo ser misionero de la Consolata en medio de esta gran urbe. Cuando uno se pasea un poco, enseguida hay gente que se acerca para pedir dinero o te dice directamente “tengo hambre”, esperando que uno pueda salir al paso de su necesidad. Nunca me he identificado con la figura del misionero paternalista y ha sido algo que he tenido muy en cuenta durante mis años de presencia en Dianra. Pero aquí la pobreza me parece más dura, más radical. Así como la visión que se tiene del extranjero blanco es la de alguien que nunca puede faltar de nada. Aquí percibo muy de cerca el pecado estructural, las consecuencias de la colonización, del tráfico de personas, de las animaladas que hemos hecho durante la historia en estos países. Especialmente, los policías me tienen un “cariño” especial, cada vez que me ven en coche les entra un deseo desbocado de detenerme y empezar a buscar excusas para ponerme una multa. Es duro porque ellos tampoco es que perciban un salario regular. Así que me cuesta también culparles de estas reacciones.

Otra de las situaciones que me está sacudiendo es lo que está pasando en el Nordeste del país, en las provincias de Kivu norte y Kivu sur. El total de personas desplazadas en la primera provincia durante las diferentes olas de violencias ha sido de 1,4 a 2 millones de personas. Sólo en julio de 2007 ha habido 600000 personas desplazadas y se necesitarán más de 33000 toneladas de comida para poder alimentar a todos estos desplazados hasta marzo de 2009 (es decir, unos 46 millones de dólares).

Desde el 28 de agosto de este año, hay combates entre le CNDP (Congreso nacional por la Defensa del Pueblo), comandado por el general Laurent Nkunda, y las FARDC (Fuerzas Armadas de la Rep. Dem. del Congo), lo cual significa una violación del Acuerdo de Paz de Goma firmado en enero de este mismo año.

Claro, ante tanto tsunami financiero, ¿quién va a tener tiempo de denunciar este nuevo drama que estamos viviendo en el Congo? Al fin y al cabo, nadie ha invertido su dinero en nosotros, así que no habrá ningún “plan de salvación”. En ese rincón del mundo sólo está la ONU y por lo que dice la sociedad civil, no se preocupa de proteger la sociedad civil ANTES de la guerra. Los protege sólo DESPUÉS de la guerra. De hecho, la sociedad civil propone el desmantelamiento de esta fuerza si no es capaz de evitar la guerra, ya que parece ser que su única función es curar las heridas pero no prevenir la enfermedad. Con este fin, la sociedad civil de estas dos provincias ha previsto para el próximo 29 de octubre, en Bukavu, una concentración pacífica para denunciar todas las atrocidades que se están cometiendo en este rincón de ¿nuestro? mundo. Esta fecha coincide con el 12º aniversario de la toma de Bukavu y con el asesinato de Monseñor Christophe Munzihirwa.

Os pediría que, al menos, ese día, allá donde estéis, comentéis esta situación que está sufriendo la R.D. Congo. Los tsunamis no son sólo financieros, también humanos y silenciosos.

Como os dije, yo he empezado mis clases de lingala pero parece ser que no tengo la memoria tan fresca como hace algunos años, así que creo que me va a costar un poquico más de lo que preveía. pero, bueno, os prometo poner todo el corazón porque lo importante… es amar, el resto se nos dará de añadidura.

Un abrazo fraterno desde los cuatro lugares teologales de la misión: la montaña, el desierto, la periferia y la frontera (el encuentro personal con Dios; las dificultades y sufrimientos de la vida; con los excluidos; y con los “superfluos”, “los que no son rentables”).

Unidos en la Mesa de la Palabra, la Danza y el Vino (sí, ya sé que os extraña pero qué queréis que le haga, esta es mi realidad).

Ramón.

martes, 14 de octubre de 2008

Tiempo de silencio en Kinshasa

¡Hola senderistas!

Ya perdonaréis todo este tiempo de silencio. Creo que la última vez que compartí algo con vosotr@s fue más o menos a principios de julio. Sabéis que mi vida dio un giro de unos cuantos grados con mi nuevo destino en Kinshasa (a partir de ahora, Kin) para acompañar a los misioneros de la Consolata que están en formación por estos lares.

Todo esto supuso un cambio muy grande, no sólo activo sino también afectivo y estructural. Así que me di cien días de margen. Más o menos se han cumplido con la fiesta de la Pilarica. Así que ahí estoy de nuevo.

Kin es una ciudad enorme (dicen que más de ocho millones y medio de habitantes), hay personas por todas partes, sobretodo jóvenes, muy jóvenes. La ciudad bordea el río Congo y de la otra parte del río está Brazzaville, la capital de Congo-Brazza.

Lo primero que me impresionó de Kin fue la cantidad de coches que hay: hay coches "impensables" desde todos los puntos de vista. Los mejores todo terreno los puedes ver pasar a tu lado junto con auténticos "milagros a cuatro ruedas".
Lo segundo, que me impresionó fue la arena. Por todas partes hay arena. Yo sólo había visto tanta arena al lado del mar, pero aquí la arena está por todas partes.
Lo tercero, fue la cantidad de policías que hay para organizar el tráfico. Están en grupos de cuatro o cinco y como no reciben su salario con normalidad, aprovechan del mínimo despiste para poner multas (por supuesto, sin ningún tipo de recibo). Es impresionante, si tienes la puerta sin el seguro, abren y se meten dentro y no salen hasta que no les das dinero.
Lo cuarto, fue la dureza de la vida y de la pobreza. El domingo las misas comienzan a las seis o siete de la mañana y duran tres horas o más. Cuando yo pregunté la razón de todo esto, algunos me dijeron que la mayoría de la gente come una vez al día y ¿qué van a hacer el resto del domingo si regresan pronto a casa? Al menos, en la iglesia o el culto están distraídos y el tiempo pasa más rápido. No sé si es cierta esta respuesta, pero la comparto con vosotros tal y como me la dijeron.
Lo quinto, fue las grandes diferencias que existen. En Kin, hay mucho dinero pero está acumulado en las manos de unos pocos. Entré a una casa de "los que tienen" y me quedé verdaderamente impresionado de los metros cuadrados, de la cantidad de objetos y obras de arte... Entré también en una casa de "los que no tienen" y parecía imposible que allí pudiera vivir una familia. Las diferencias son apabullantes.

Pero el gran drama de este país continúa siendo la guerra en el nordeste del país. Hay muchas poblaciones desplazadas y se están realizando auténticas masacres. Comprendo que la comunidad internacional no tenga ojos y oídos más que para la crisis financiera y el próximo y medio Oriente. Pero lo que se está fraguando en el nordeste del Congo puede que desencadene la "tercera guerra de Los Grandes Lagos". Más adelante ya compartiré con vosotros lo que he llegado a entender de esta situación.

Por otro lado, el sábado, Kabila nombró un nuevo primer ministro cumpliendo los acuerdos a los que se había comprometido, por lo que ha conseguido calmar los temores que se habían levantado pero, según me han dicho, la persona escogida no tiene mucho peso, así que seguirá todos los dictados del presidente.

Esto es lo que, por ahora he descubierto de Kin y de este país. Prometo seguir compartiendo con vosotr@s este año de introducción a esta nueva realidad. Mañana comenzaré las clases de lingala, la lengua que se habla en Kin y una de las cinco lenguas nacionales del país.

Unidos en la Mesa de la Palabra, la Danza y el Vino.
Ramón